En un lindo atardecer en el viejo San
Juan, se me acercó un gringo borracho acabado de llegar de un crucero a
preguntarme cuáles son las 10 cosas que cualquier persona que resida en Puerto
Rico debe hacer antes de morir. En tan
solo un segundo de profundo pensamiento se me ocurrieron decenas de cosas, pero
pude resumirlas en solamente diez. Le
digo al gringo con una voz de estadista que se sentara a mi lado y que se
entretuviera echándole maíz a las palomas en lo que le narraba con detenimiento
mis sugerencias. No es secreto que mi
inglés conversacional es una súper mierda, lamentablemente mi inglés quedó
atrasado en la edad de piedra debido a la pobre enseñanza de un maestro fatulo
que se parecía a Rubén Sánchez pero versión flaquito y en la cara siempre tenia
una sombra de barba recién afeitada.
Gracias a ese maestro yo perdí la fe en la escuela pública. Cuando tenga
millones e hijos, los voy a meter en una escuela privada que le enseñen moral,
ética, ganas de superarse y que le provean materiales. En la escuela pública el
arroz siempre tiene gorgojos, los maestros son feos y las directoras tienen
bigote. A eso le sumas que los baños
apestan a baño de escuela pública y que los niños cargan pistolas en el salón de
clases y se pasan hablando de que vieron a un muerto tirao’ frente a sus casas
como si fuera algo normal.
El gringo no entendía un carajo, pero no
le importaba. (A los gringos nunca le importa un carajo, ellos siempre son
felices.) Cogió el maíz y se lo echaba a las palomas con patrones americanos. Me asombró ver que una paloma blanca voló
sobre su hombro y le dejó un regalito (un mojoncito). Palomas así me hacen
sentir orgulloso de mi patria estado, del futuro de mi pueblo. Cuando el gringo
me dijo que era de Texas, rápidamente me sentí en casa.
La lista:
- Nadar desnudo en la Noche de San Juan en Boquerón
- Cantar coritos en la iglesia de Wanda Rolón en noche buena
- Perderse en el Yunque
- Tirarse del puente Dos Hermanos
- Romper huelga en la UPR Rio Piedras
- Comer tripletas en Bayamón a la medianoche
- Ir a Culebra y quedarte a dormir en la playa sin Off
- Correr 4track en el campo mientras robas plátanos
- Comer arroz chino en combinación con tostones y pepper pollo
- Escribir un libro de recetas puertorriqueñas
A mi entender, esta lista contiene una
fiel representación de lo que bien adentro todos los puertorriqueños desean
hacer antes de morir. Hay muchas más,
pero si tienes que condensarlas, yo apuesto mi vida entera de que estas diez
son las que sobreviven.
Luego de 10 minutos, el gringo se para a
preguntarme que le dijera la lista en inglés.
No sabía cómo carajo traducir algunas cosas por lo que paré a uno de
esos mamones con chavos que viven en el viejo San Juan para que le tradujera
por mi. Al gringo escuchar y entender
todo eso, se alegró tanto conmigo que me invitó a beber en Old Harbor. Me fui
con él, le conté que yo soy empresario de la industria del cemento y era un
profesional certificado para ligar nalgas. Parece que el gringo no me entendió
porque empezó a preguntar cosas sin sentido. De hecho, me preguntó si yo había
mamado crica con la boca llena de papas majadas.
Luego de beber con cojones, el gringo se
va para el baño y por alguna razón misteriosa nunca regresa. El cabrón me dejó abandonado y no dejó dinero para pagar las cervezas. Llega la mesera y me cobra
$86. Con una furia más furiosa que la del gordito Jay Fonseca, le pido que llame al
gerente para explicarle que yo no voy a pagar todo eso porque la mitad era del
gringo que estaba conmigo. La mesera
llama al gerente y los dos se sientan a mi lado a decirme: “En ningún momento
nosotros vimos alguien sentado junto a usted”.
Me entró un frío olímpico por el culo y
me empieza a subir hasta la cabeza. ¿Me
estoy volviendo loco? ¿Estoy hablando
con fantasmas? ¿Dios tiene bicho?
Estuve explicándoles a la gente de Old Harbor que yo juraba que
estaba con alguien todo el día, hablando de la vida, Puerto Rico, mujeres,
chochas, papas majadas, el trabajo, etc… con un cabrón gringo que llegó a
Puerto Rico en un crucero. La gerencia insistía que no había nadie conmigo y
que toda esa cerveza me la bebí yo solo.
Les di mi ATH para pagarles la mierda de
cerveza artesanal que producen allí y sigo caminando hacia mi carro. De camino
a casa solo pensaba en quién era ese personaje ficticio que mi mente había
creado para hacerme compañía. ¿Lo volveré a ver? ¿Me voy a morir de locura?
¿Será causado por acumular tanta leche en las bolas? Rápido que llegué a casa
me masturbé cinco veces y me acosté a dormir.
Al otro día me pregunté quién fue el
cabrón que me ayudó a traducir la lista al gringo. Uy. Estos son los mismos síntomas que le dio a
mi papá antes de que comenzara a cagarse en el lavamanos.